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mayo 02, 2025
Vivimos corriendo. Trabajo, pendientes, tráfico, redes sociales… y aunque a veces no lo notamos, el cuerpo sí. El estrés crónico no solo afecta tu estado de ánimo o tu sueño, también deja huella en tu piel y tu cabello. Si últimamente te ves más apagado, con brotes, caída de cabello o incluso mal olor corporal, puede que el estrés esté jugando en tu contra.
Aquí te explico cómo influye y qué puedes hacer al respecto.
Cuando estás estresado, tu cuerpo libera cortisol, una hormona que aumenta la producción de grasa en la piel. El resultado: poros tapados, acné y piel con brillo graso. Incluso si nunca tuviste acné, el estrés puede dispararlo en la adultez.
El estrés también puede interferir con la hidratación natural de tu piel, haciéndola lucir opaca, tirante o con textura áspera. En algunos casos, aparecen líneas de expresión prematuras o rojeces por inflamación.
El estrés puede llevar al efluvio telógeno, una condición que hace que muchos folículos entren en fase de reposo al mismo tiempo. Esto causa una caída notoria unas semanas después del evento estresante (como una mudanza, ruptura, enfermedad o cierre de mes).
Cuando estás estresado, los nutrientes no se distribuyen bien en el cuerpo. El pelo pierde fuerza, se afina, se reseca o se vuelve quebradizo. También puede perder brillo o incluso cambiar ligeramente de textura.
El estrés no solo se queda en la piel o el cabello. Puede provocar:
Aquí no se trata solo de cremas o productos, sino de hábitos reales que impactan desde adentro:
Tu imagen externa sí refleja lo que pasa dentro de ti. El estrés es parte de la vida, pero aprender a manejarlo no solo te ayuda a sentirte mejor: también te hace ver mejor.
Tu piel y tu cabello te están hablando.
Escúchalos.
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