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mayo 15, 2025
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Te levantas, te metes a la regadera, te enjuagas la cara y... agarras el mismo jabón que usas para las axilas, el pecho y todo lo demás. Le pasas la navaja y listo. ¿Funciona? Tal vez. ¿Es buena idea? Para nada.
Afeitarte con jabón corporal o de manos puede parecer práctico, pero si te importa tu piel (y tu afeitado), hay razones de peso para dejar ese hábito atrás.
Un jabón de baño está diseñado para limpiar, no para lubricar. Su objetivo es eliminar suciedad, grasa, bacterias… incluso si eso implica llevarse también los aceites naturales que protegen tu piel. Al afeitarte, eso es lo último que necesitas.
Un buen producto de afeitado (como una crema, un gel o un aceite) tiene una función clara: crear una barrera protectora entre la cuchilla y tu piel, reducir la fricción y ayudarte a que la hoja se deslice con suavidad.
Con jabón común no hay barrera. Solo espuma ligera y mucha fricción.
Depende de tu tipo de piel, el método de afeitado y lo que te funcione mejor. Pero como regla general:
No se trata de tener 10 productos ni de afeitarte como barbero profesional. Se trata de usar lo correcto para que el proceso sea más cómodo, más limpio y más efectivo. Y sí, también para que tu piel se vea mejor después.
Cambiar el jabón por una crema de verdad puede ser la diferencia entre terminar el día con la cara fresca o con ardor e irritación.
Afeitarte con jabón común es como usar aceite de cocina en vez de lubricante para auto: técnicamente “sirve”, pero no fue hecho para eso y tarde o temprano pasa factura.
Si ya invertiste en una buena navaja, cuida también lo que usas para preparar tu piel. Es un cambio simple que tu cara te va a agradecer.
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